CARAVANA DE MIGRANTES, NUESTRO ESPEJO.

Sarta de pobres pies que pese a todo
nos van llevando en calles y llanuras.
Mario Benedetti

Quisieron detenerlos al llegar a nuestra frontera sur, no hubo manera de hacerlo. Ni las vallas metálicas eran para el caso, ni suficiente la policía. Y el Río Suchiate, se mostró manso, hospitalario, casi dulce al paso de miles de centroamericanos hacia nuestro territorio. La caravana partió de Honduras y hondureños son la parte medular de ese éxodo que pretende llagar hasta el corazón de Estados Unidos. Qué bueno que han podido marchar por el territorio mexicano y que sostienen una andadura firme y de buen paso rumbo al norte.

La presencia de estos migrantes ha levantado polvo en pro y en contra, pero la balanza se inclina, sin duda, del lado de esa masa que al ver cerradas las puertas de las oportunidades de trabajo, educación y salud en su país de origen, marcha con destino al país que ha saqueado los recursos de su nación y de la región, y que hoy está obligado moral e históricamente a dar una respuesta positiva a la crisis humanitaria que representa la diáspora de los años recientes, de la cual esta caravana visibiliza tan sensiblemente.

Las expresiones de solidaridad de iglesias, organismos civiles ligados al tema de migrantes y de otra naturaleza es ejemplar, pero la que aporta gente del pueblo es verdaderamente extraordinaria. He leído con gran alegría las convocatorias para donar alimentos, ropa, pañales, mochilas y todos los enseres que un viaje de esta naturaleza implica, la disposición de albergues y la respuesta de nuestros connacionales es simplemente hermosa.

No han faltado algunas voces que nos convocan al rechazo y a que abandonemos a su suerte a quienes marchan en la caravana. Pero los mexicanos tenemos memoria y un gran respeto por los connacionales que marcharon a los Estados Unidos, Canadá y otros países, buscando las oportunidades de trabajo y vida que no encontraron en nuestro territorio nacional. Esos millones de compatriotas y sus descendientes han sufrido el rechazo y la exclusión en aquellas tierras. Muchos vivieron y viven la discriminación por razones de extranjería (xenofobia se dirá por propios y extraños).

Pero el fenómeno de las migraciones en masa, como las hemos conocido desde África hacia Europa y ahora la que camina con los mismos pies morenos y cansados, que los compatriotas que cruzan el ardiente y seco desierto del norte, ese fenómeno ha acuñado el término de aporofobia, para darle la verdadera dimensión al problema de la migración de pobres y a la respuesta de los imperios. Ese término le da nombre al miedo o rechazo a los pobres. Demasiado contundentes las declaraciones y medidas que se toman desde nuestro vecino país, como en su momento los fueron las acciones de parte de países europeos. Pero la caravana y la migración siguen su curso. No habrá fuerza humana que la detenga.

Para una nación cuyo símbolo de identidad es un águila que devora una serpiente posada en un nopal, señal mítica buscada por un pueblo peregrino (migrante de muchas leguas y generaciones), la caravana no deja de ser un vivo recuerdo de nuestras primeras jornadas de caminata sin fin, cuyos pasos ampollados lucían el polvo de dos continentes. La pátina de los tiempos no ha podido borrar aquellas primeras pisadas aztecas, totonacas, teotihuacanas, mayas o cahitas; tampoco ha ido muy lejos en el caso de nuestros migrantes de casa. Por eso nos identificamos con los centroamericanos que marchan por nuestro territorio en caravana.

No tenemos ninguna duda que en el marco electoral de los Estados Unidos, las dos fuerzas políticas principales buscan sacar ventajas de la tragedia humanitaria que significa la migración visibilizada a través de la caravana. Somos conscientes de los intereses en juego en esta región geográfica, pero tenemos la certeza de los factores económicos, políticos y sociales que expulsan a tantos hondureños y vecinos del área centroamericana. No abandonan sus países, los expulsa la preocupante situación mencionada. Al gobierno mexicano exijamos una actitud fiel a la tradición mexicana de asilo y hospitalidad a los extranjeros que solicitan nuestro apoyo y como pueblo reiteremos nuestra vocación de solidaridad en todo momento.

Vuelven los familiares con desaparecidos a las jornadas de promoción de su lucha. El día de ayer iniciaron la fijación de retratos de las víctimas de desaparición forzada en la amplia pared del periódico Noroeste. Hermosa labor de Sabuesos Guerreras y noble actitud del diario y del amigo Adrián López. Ojalá que muchos vecinos de Culiacán les digan que sus bardas y paredes están dispuestas a recibir estas imágenes diseñadas con la vieja y efectiva técnica con que las compañías refresqueras plasmaban su publicidad y en la que destaca la sabia y solidaria mano de Dante Aguilera. Me sumo a ese esfuerzo y hago votos porque dicha labor tenga prontos y positivos resultados. La causa y los incansables afanes de los familiares lo merecen. Vale.

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