CUARENTA AÑOS, ALGO DE LO NUESTRO

Hace cuatro décadas en una ceremonia realizada en el templo de Nuestra Señora de Fátima, en la vieja colonia Almada de la capital sinaloense, María Esther Coronel Beltrán y yo unimos nuestra vidas.

Efectivamente, este domingo 24 de mayo se cumplieron cuarenta años de que María Esther y yo nos casamos.

Lejos se ve aquel día de 1973, quizá, cuando me encontraba “cascareando” en la cancha de basquetbol del viejo parque Revolución cuando de pronto dos adolescentes se me acercaron y me pidieron la oportunidad de jugar conmigo.

Eran dos jovencitas con uniforme de la escuela secundaria federal número dos. Una de ellas atrajo mi atención, era una niña blanca, delgada, güera, pelirroja, hermosamente pecosa. Era María Esther.

No la volví a encontrar en muchos meses, hasta que me pareció verla en la esquina de mi casa y me acerque para cerciorarme que era ella.

El destino nos acercaba ya que ella y su familia se habían venido a vivir cerca de mi hogar.

Y vaya que nos acercó el destino.

Duramos cerca de cuatro años de novios y hoy cumplimos cuarenta años de casados.

Mucho que agradecerle a Dios y a la vida, porque nuestro matrimonio rindió frutos con el nacimiento de nuestras tres hijas; Liliana, Claudia Elizabeth y Diana Gabriela.

Con ellas aprendimos a ser padres y su llegada nos enseñó muchas cosas más porque afianzó los cimientos de nuestra relación.

Los frutos de nuestro matrimonio siguieron llegando y entonces nos tocó conocer a los nietos, siete ya, Jorge Iván, María Fernanda, Liliana, Roberto, Rommel, Jorge Rubén y Romina, está última la cereza del pastel al nacer el mismo día que su abuelo.

Los cuarenta años de casados se cumplieron hoy en medio de una pandemia que a veces resulta desesperante, tensa y sobre rodo preocupante, aunque nos alienta el que ya empieza a verse la luz al final del túnel.

Por lo pronto nuestra gratitud de nuevo a Dios y a la vida.

Así están las cosas…

 

Jorge Walterio MEDINA

medinawalterio@outlook.com

jorgewalteriomed@gmail.com