MAZATLÁN, TRANSICIÓN Y DESARROLLO
CHISPAZO
Mazatlán no es cualquier municipio y debe ser gobernado por mujeres y hombres capaces, a la altura de sus exigencias.
Mazatlán es uno de los municipios con mayor desarrollo en Sinaloa y uno de los más importantes en actividad turística e inmobiliaria del país. 30 mil millones de pesos de inversión privada no es poca cosa, mucho menos administrar la infraestructura de la ciudad y puerto que, entre 2019 y 2021, sufrió uno de los deteriores más severos que se tenga memoria, con la llegada al poder municipal de Luis Guillermo Benítez, apodado “El Químico”.
Mazatlán ya no es solo la “joya de la corona” de Sinaloa, sino un destino turístico y de inversión que dejó de funcionar por los ciclos del calendario para situarse en una actividad permanente, más-menos, todos los días del año. Por supuesto, las temporadas vacacionales son vitales en su economía, pero los días “muertos” dejaron de serlo en la medida que se implementaron estrategias para tener siempre, en sus calles, centros comerciales y recreativos, a un turismo de economía diversa. Definitivamente el puerto es otro, antes y después de la carretera Mazatlán-Durango, antes y después del boom inmobiliario.
Entre el 2021 e inicio del 2022, pese a un ritmo de inversión privada ya acelerada, los servicios públicos de la ciudad y puerto eran caóticos: Amplios sectores de la ciudad sepultados por la basura y a oscuras; aguas negras y pestilentes inundando cualquier espacio, tuberías del vital líquido en fuga permanente, cero obra pública, cero equipamiento, finanzas públicas tronadas y una terrible parálisis administrativa erosionada al mismo tiempo por la corrupción. Más caos, imposible.
En esas condiciones de desastre tomó justamente las riendas del municipio el actual alcalde Edgar González Zatarain, quien poco a poco fue normalizando las tareas centrales de la gestión municipal hasta lograr, igualmente, la aceptación ciudadana y el reconocimiento a su labor, luego de enfrentar la terrible anarquía que se antojaba insuperable. Sin duda, el papel del munícipe al frente de la administración fue clave en el triunfo electoral reciente.
Por supuesto, después de la parálisis durante el trienio 2019_2021, no ha sido fácil recuperar plenamente el ritmo porque los rezagos centrales del desarrollo aún siguen presentes, sobre todo en la falta de recursos para las grandes obras públicas como la rehabilitación a fondo del drenaje, agua potable e infraestructura urbana. Todo un reto.
Hoy, luego del proceso electoral donde la ciudadanía ratificó la confianza en la actual administración y respaldó mayoritariamente la candidatura de Estrella Palacios, se hace urgente y necesaria una transición de fondo que garantice la continuidad y el fortalecimiento del desarrollo que Mazatlán exige.
Entregar y recibir una administración debe ser una responsabilidad a la altura de lo que exigieron los ciudadanos en las urnas. Entregarla y recibirla no solo para transparentar lo hecho, sino para evaluar la pertinencia o las condiciones de su continuidad a partir de un programa de gobierno serio, más allá de aplacar las tentaciones de algunos, que nunca faltan, por el “año de Hidalgo”.
En Estrella Palacios Domínguez creyeron los ciudadanos y ahora el esfuerzo de la alcaldesa electa deberá orientarse a la reciprocidad, es decir a ofrecer señales de confianza nombrando un equipo de ciudadanos con capacidad, credibilidad y entrega para que le ayuden a gobernar con inteligencia y honestidad. No se trata de ponderar militancias ni que los méritos sean estrictamente por campaña, se trata de ir, gobierno y ciudadanos, por un Mazatlán con desarrollo sostenido y sustentable. Un Mazatlán de todos y para todos: para los de casa y para quienes lo visitan. Hoy, más allá de lo que algunos pudieran pensar, las condiciones están dadas. Veremos.