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ALITO MORENO, ADELANTA EL FUNERAL DEL PRI

El régimen de mayoría calificada que viene, no ocupa rematar a la oposición porque la oposición se estrangula sola. Va que vuela al hoyo, como lo ocurrido con el PRD.

En el caso del PRI, no contentos con una derrota electoral estrepitosa, y cuando deberían examinarse a la luz de la misma, sus dirigentes se hacen harakiri aprobando su reelección durante una asamblea donde, a mano alzada, aplastaron cualquier intento de debate. Terrible.

En una democracia, los responsables de una derrota electoral, saben que deben dimitir no solo a su responsabilidad partidista y, si es el caso, a su función de gobierno.

Un ejemplo es el del Primer Ministro de Francia, Gabriel Attal, quien acaba de presentar su dimisión al Presidente Emmanuel Macron, luego de la derrota de la coalición centrista de la que formó parte, a pesar de haber incrementado tres veces los escaños, aunque sin tener la mayoría. Eso es tener principios y moral, vergüenza y dignidad, pero estamos hablando de un país que en términos de democracia en nada se parece al nuestro.

Tanto que «Alito» Moreno ha cuestionado los intentos de reelección del Presidente López Obrador y lo ha señalado como un autócrata, solo para salir hoy con un asalto a la lealtad de muchos militantes que hasta este domingo confiaban, ya ni siquiera en la refundación, sino en la reestructuración del PRI estableciendo una agenda nacional para promover el debate entre la militancia. Eso es lo mínimo que las circunstancias por la que atraviesa ese partido exigen.

Pero lo que ocurrió este pasado domingo al interior del tricolor, explica justamente por qué millones de mexicanos no se equivocaron a la hora de cruzar su voto y por qué hoy, los ciudadanos aliados de la denominada “Marea Rosa”, entienden que se equivocaron en su apuesta electoral.

Agandalle es poco, cinismo le sobró a “Alito” para hablar de la recomposición de ese partido y al mismo tiempo, sin discusión alguna, sin una pizca de pudor (que sería mucho pedir), aprobó la modificación estatutaria que permitirá su reelección hasta el 2030.

Pero no solo eso, sino ya entrado, arremetió contra quienes legítimamente pedían la no reelección, descalificándolos e incluso llegó al grado de decir que algunos de ellos están ligados al crimen de Luis Donaldo Colosio, claro, sin dar nombres. En un cuerdo no cabría la necesidad de decirlo. Pero en un loco por el poder la necesidad de justificarse no tiene límites.

En el fondo se advierte que a Alejandro Moreno no le basta ser un senador más, sino que cree que adueñándose del PRI extendería su influencia hasta la cámara de diputados y en consecuencia ante el nuevo gobierno. Por supuesto, MORENA no ocuparía al PRI en términos cuantitativos pero, dado el caso, el tricolor avalaría y legitimaría cambios de fondo e incluso una nueva Constitución.

Desde hoy, seguramente, iniciarán las reacciones fuertes en el PRI; algunos senadores, diputados federales y locales electos, así como dirigentes y militantes de peso harán públicas sus posturas. Quizá algunos hagan efectiva o anuncien su renuncia desde hoy, o tal vez otros esperen los resultados de la impugnación, que seguramente se dará, ante los tribunales correspondientes por los cambios estatutarios impulsados por Alejandro Moreno, entre ellos el de la reelección de las dirigencias tanto nacionales, estatales como municipales.

Alejandro Moreno sueña llegar al 2030 convertido en candidato presidencial, aunque ahora corra el riesgo de la desbandada definitiva, cuyos miembros destacados se irían a conformar un nuevo partido, nutriéndose principalmente con la base tricolor inconforme y con ciudadanos ávidos de una nueva organización política nacional. Si eso ocurre en el corto tiempo, entonces el funeral del PRI estaría cerca, quizá para el 2027. Veremos.