EL CARNAVAL DE MAZATLÁN: LA SUERTE ESTÁ ECHADA
No solo fue un duro golpe a la taquilla, sino a la ya de por si deteriorada credibilidad hacia el gobierno. Una cosa es tratar de generar confianza en el conglomerado social y otra cosa es que te crean. Es el caso de la fiesta del carnaval de Mazatlán, donde las amenazas públicas a la integridad física de los artistas provocó que el famoso Grupo Firme, y los cantantes Jorge Medina y Josi Cuén, cancelaran sus presentaciones.
Pero independientemente de la seria amenaza, la psicosis colectiva, determinada por la violencia, no ha generado los ánimos de otros años como para que la gente se exponga en eventos masivos. De hecho, el boletaje para los espectáculos de las coronaciones no se estaba vendiendo y ahora, ante estas circunstancias, la presentación de los artistas sustitutos será gratuita, y en el caso de Plácido Domingo y Alejandro Sanz la taquilla se puso al dos por uno.
El caso es generarle condiciones a la gente para que acuda a la fiesta de la carne. Entre más gente asista, con todo y boletos gratuitos, mejor, porque al gobierno le urge enviar el mensaje de que «no pasa nada», que todo está normal y que los asistentes se pueden divertir sin preocupaciones porque lo menos que aquí hay es violencia y sí mucha seguridad. Ojalá y así fuera.
Como quien dice, para el gobierno el miedo que no poca gente trae metido hasta en los huesos es producto de su imaginación y de los medios amarillistas que todo lo exageran, como si los ciudadanos no registraran a diario las ejecuciones, las balaceras, las extorsiones y las desapariciones forzadas, sobre todo en Mazatlán donde estos hechos violentos se han incrementado en los últimos meses.
Uno quisiera que Mazatlán estuviera lleno; que las reservaciones en los hoteles estuvieran al cien, y que los boletos para los espectáculos carnavaleros desde hace semanas se hubiesen agotado, como en muchas otras ocasiones. Pero no. Hoy la realidad es diferente y no es poca la gente que se ha preparado para no asistir; para no correr riesgos y para no estar despierto, con el Jesús en la boca, esperando a qué horas regresan las y los muchachos de la pachanga.
Por su puesto que la tradición y el espíritu de la fiesta está presente en el alma de los mazatlecos; y que son muchas las personas que asistirán a las diversas actividades que ofrece el carnaval, pero el hecho mismo de estar custodiados por miles de policías y soldados indica que algo puede ocurrir, y que esa condición significa al mismo tiempo moverte en un ambiente de tensión. Claro, ojalá y no ocurra nada, que las fuerzas del mal se abstengan de participar y que la nuestra sea una fiesta perfecta.
Que bueno también que nuestras autoridades se comprometan a brindar seguridad a los asistentes, pero que igualmente asuman la responsabilidad ante su propia convocatoria. Desde aquí deseamos la buena marcha y el buen final del carnaval, pero se hace énfasis en los riesgos, partiendo de las circunstancias violentas que vive el centro y sur de Sinaloa.
Tampoco compartimos que, en la insistencia de que se realice la fiesta como si hubiese condiciones normales, se escondan intenciones políticas y de justificación de la ineficiencia gubernamental para atacar los hechos delictivos. Esa sería una apuesta muy riesgosa y jugar con una condición que no se corresponde a la realidad que la gente padece.
Pero el carnaval de Mazatlán hoy se pone en marcha. No hay vuelta atrás y lo mejor siempre estará en el deseo de que todo camine bien y, pese a todo, que no se presente hecho violento alguno que altere negativamente la fiesta. La suerte está echada. La bendición divina también.